#1D: CON MÁS PENA QUE GLORIA por Carlos Fiorentino
A tres décadas de comenzada la epidemia que transformó la medicina, la sociedad, los vínculos, etc, debimos aprender a derribar mitos como la única forma de generar más salud, hablamos de una epidemia estabilizada y de tratamientos farmacológicos que aseguran mantener una calidad de vida aceptable a aquellas personas que viven con VIH. Hoy parecería que el problema sanitario se encuentra en aquellos que desconocen el diagnóstico y la idea de reforzar los testeos poblacionales parecen ser la estrategia que más rédito político da a los programas y direcciones de prevención.
Debemos interpretar que sin abordar a las poblaciones tradicionalmente vulnerabilizadas y claves de la epidemia por más testeos que hagamos siempre vamos a tener al VIH para recordarnos las desigualdades que lo provocan, pues en la génesis de la epidemia está la desigualdad y la falta de derechos, desde los derechos más básicos como pueden ser el acceso al trabajo por parte de la población trans, la violencia de género que deja sin decisión a nuestras mujeres, la falta de educación sexual integral en las escuelas para las y los adolescentes, la falta de articulación con programas educativos y de salud, la falta de políticas territoriales que incluyan a diversos actores comunitarios como ONG's, escuelas, centros de salud o la ausente coordinación entre los diferentes niveles del sistema de salud, entre otros determinantes.
Otro #1D con más pena, que gloria, muchas y muchos lucirán el lazo rojo y quizás busquen ignorar que en latino-américa hay 238 nuevas infecciones por día (10 por hora) y 5 muertes por hora relacionadas al sida según datos de ONUSIDA y en Argentina hay alrededor de 1500 defunciones anuales por esta causa.
Hay algo preocupante que puedo observar en mi labor diaria como médico internista del segundo hospital de mayor complejidad de la provincia de San Juan, por un lado llegan a nuestro internado pacientes con complicaciones graves y estadios avanzados de la infección por VIH, debido a que nunca se llegó a ellas/os con un mensaje de prevención efectiva, así muchas y muchos arriban con un gran compromiso de su salud y deterioro que podría haberse evitado, otros simplemente llegan para morir. Por otra parte, es duro saber que gran parte de las y los que mueren a causa de la epidemia son personas que recibieron su diagnóstico, y que ya sea por: intolerancia a los medicamentos, procesos de negación, falta de acceso a bienes y servicios y falta de una atención integral y seguimiento continuo enserio -equipos interdisciplinarios de seguimiento psicológico, trabajo social, nutrición, y médicas/os de diversas especialidades sensibilizadas/os por la temática- terminan engrosando las estadísticas de defunción.
Para ir finalizando quiero destacar que una de las primeras metas a llegar a cero -Algo que la pequeña Cuba ha logrado- por la disponibilidad técnica y de recursos que tenemos debiera ser la "transmisión vertical" (TV) -cuando la mamá transmite el VIH a su bebé-, pero lejos de esto la media nacional transmisión materno-infantil en Argentina es del 6% mientras que en la provincia de San Juan es del 20%. Sin lugar a dudas estamos fracasando como sistema de salud, como sistema educativo y como sociedad.
"Es hora de romper silencios y dejar de guardar bajo la alfombra"
Los testeos no serán efectivos si no se trabaja con la sociedad civil y se realizan en las poblaciones más vulnerabilizadas. Las pastillas no serán efectivas si las personas que son diagnosticadas no son lo suficientemente contenidas por el sistema de salud y la sociedad para que las tomen. Los preservativos no serán usados si no hay un percepción de riesgo y necesidad de cuidado propio y ajeno que debe transmitirse en la escuela y la familia. Seguiremos hablando de VIH mientras como sociedad sigamos discriminando a las personas que viven con VIH.