26/09/2015
Superar el
modelo médico del siglo pasado sigue siendo un desafío y resulta fundamental
generar estrategias que permitan al médico en formación experimentar –y ser
consiente de ello- las bondades que implican el trabajo en equipo.
“Trabajo en
equipo” parece un término fácil al que todos podemos intuir y que suele ser de
uso obligatorio en cualquier discurso de jefatura, pero ¿Realmente entendemos
el concepto? Y lo que es más importante ¿Somos capaces de implementarlo?, para
abordar esta dimensión no basta con la biología y debemos ser capaces de tomar
herramientas que provienen de las ciencias sociales. Así resulta fundamental
entender el paradigma social que implica brindar salud y reflexionar en el
campo de las ideas - o ideales- acerca de que tipo de equipo debemos conformar.
El “sentido
común es el menos común de los sentidos” dijo alguna vez Tomás de Aquino, es
que suponer que todas y todos los integrantes del equipo de salud piensan lo
mismo o quieren lo mismo es una ingenuidad, al igual que pensar que podemos
lograr tal uniformidad. Se preguntarán entonces si el trabajo en equipo es
entonces una utopía más, pero por suerte sobrarán ejemplos para describir las
bondades de tal práctica.
El trabajo en
equipo no se decreta, se practica y se construye, pero supone un riesgo para
las estructuras verticales y jerárquicas del anquilosado sistema hospitalario,
ya que requiere de solidaridad e instancias de “co-laboración” y “co-peración”,
que conviven con una dinámica de consecución de objetivos previamente pautados,
no con menos tensiones, pero con una distribución uniforme del poder y la
información, es decir, tiende a la horizontalidad. Por ahora, podremos
contentarnos con complementar las estructuras verticales tradicionales con
prácticas “participativas” o “inclusivas” que de a poco van dando forma al
nuevo paradigma de salud, más humano para algunos, pero no podemos desconocer
que la jerarquía y el poder no dejan de ser muy humanos también.
Es un placer
compartir utopías con un grupo de jóvenes médicos residentes y más todavía
implementar prácticas que superen la individualidad en pos de una construcción
colectiva, allí donde todavía hay utopías y prácticas flexibles.
Poner el cuerpo
En Jornada taller se propuso a las y los médicos residentes del Servicio de Clínica Médica del Hospital Dr. Marcial V. Quiroga, que se apropiaran de un sitio ajeno en un espacio habitual y familiar –aunque parezca contradictorio no lo es- , por suerte nuestra unidad hospitalaria cuenta con grandes jardines que son la cotidianidad de nuestro lugar de trabajo, pero que son ajenos a cualquier otra ocupación o práctica que escape de los “cánones médicos tradicionales”, así comenzamos la tarde movilizando un poco el cuerpo y recorriendo nuestra biología con movimientos de articulaciones y estiramiento en aquél jardín rodeado de las ventanas del internado de nuestros pacientes, “¿Qué pensarán nuestros pacientes? ¿Nos verán como locos?” murmuraban algunos, así quedaba al descubierto una dinámica internalizada sobre lo que esperamos nosotros mismos del “médico”, es decir esa máquina autómata que sólo resuelve problemas biológicos y de respuestas concretas desde un pedestal, parecía caerse a pedazos en cada movimiento para dar lugar a un “ser médico”, ¡Sí! recobrábamos nuestra corporalidad e integralidad nada más y nada menos que en nuestro lugar de trabajo, allí donde queremos generar salud.
Poner el corazón
Continuando
con la dinámica escribimos en papelitos virtudes que reconocíamos de nuestros
colegas y también virtudes que reconocíamos en nosotros mismos y como era de
esperarse era muy difícil reconocer las virtudes propias ya que no estamos
acostumbrados a que se las fomente o destaque. A partir de esto último, cabe
reflexionar que es imposible poder generar un equipo si no somos capaces de
reconocer tanto las fortalezas y debilidades propias y ajenas y ponerlas en
común.
Poner la mente… en función del
cuerpo y el corazón
Para
finalizar era necesario saber ¿A dónde queremos llegar?, nos reconocimos como
personas y como compañeros de trabajo, pero todavía no somos un equipo… para
serlo necesitábamos la quimera, la meta que complementa a la individual y nos
permite pasar del “yo” al “nosotros”. Allí es donde aparece la Misión y Visión
colectiva y por supuesto el ideal. “¿Podemos construir un residente ideal?
¿Cómo sería? Y la ¿Residencia ideal? ¿Podíamos mejorar la nuestra?”, en grupos
se fue construyendo esa escala de “valores” compartida o esperada para por
último generar la “Misión” de los residentes de Clínica Médica del Hospital Dr.
Marcial V. Quiroga”.
Nuestra Misión
“Promover la
excelencia en la atención hospitalaria construyendo un equipo de profesionales
formados integralmente en valores humanos y conocimientos científicos, basados
en el respeto de los derechos de nuestros pacientes, capaces de brindar un
servicio equitativo a toda la población.”
Los médicos
residentes pudieron al terminar contrastar su misión y visión con la redactada
por la gestión administrativa de la institución y destacaron la importancia de
incluir las palabras: equipo, formación integral, persona, equidad y derechos
en su misión.
Según la mirada de los
profesionales residentes, “Un residente debe tener….
- Solidaridad
- Ayuda/Colaboración/Cooperación
- Observación/Atención/Escucha/Comprensión
- Alegría/Amabilidad/Cordialidad
- Amor al prójimo y a la profesión/Amistad
- Responsabilidad/Predisposición
- Puntualidad/Orden
- Sabiduría/Especialización/Superación/Progreso
- Realismo/Conciencia
- Docencia/Capacitación
- Autocuidado (Hobbies/Gimnasia/Deporte)
- “Open Mind”/Actitud/“Aguante”/Fortaleza
La Residencia y el Servicio que
queremos ser debe tener…
- Espacio físico más personalizado,
más y mejor infraestructura.
- Mayor número de instructores,
compromiso de los médicos del staff y médicos de guardia.
- Fomentar la Participación y
Compromiso de todo el equipo de salud.
- Cordialidad en el trato con el
resto de los servicios, enfermería, laboratorio, rayos, etc.
- Respeto y Ética Profesional.
- Compañerismo y Respeto entre
Residentes.
- Sector administrativo competente.
- Más y mejor tecnología y
equipamiento.
- Menor carga horaria para los
residentes.
- Inversión en trabajos de
investigación y compensación económica para investigadores.
- Actividades extra académicas con
una formación multidisciplinaria y bilingüe de excelencia.
- Respeto a los derechos de los
pacientes.
- Sueldo acorde al trabajo
realizado.
- Mayor asistencia social al
paciente vulnerable.
- Mejor comunicación y coordinación
entre servicios hospitalarios.
"Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados" José de San Martín