Es difícil
comenzar un artículo de opinión a las pocas horas de tan macabro acto de
violencia que ha tomado estado público en la provincia de San Juan, pero me veo
movilizado en lo personal, como ciudadano, como médico, como activista en Derechos Humanos y como representante
de juventud(es).
Sin entrar en
mayores pormenores, pero sin ninguna intención de minimizar los hechos, por el
contrario, para poder proteger a la víctima es que me limito a relatar lo que
según fuentes periodísticas sucedió: una menor de 15 años fue sometida a
múltiples vejaciones por un grupo de varones, también menores, mientras
compartían una reunión privada y esta permanecía en estado de inconciencia por
el uso de sustancias de abuso, probablemente, alcohol. El hecho fue registrado
a modo de hazaña y compartido por las redes sociales por los victimarios con
una rápida viralización y acusaciones cruzadas.
Sin lugar a
dudas estamos frente a un acto que denigra la “humanidad” de la víctima y
atenta contra sus derechos básicos, pero que también atenta contra los
supuestos victimarios, sus familias, colegios, etc., en definitiva deshumaniza
al orden social sanjuanino dejando al descubierto una trama de violencias
simbólicas y concretas en los discursos y prácticas dominantes y una
incapacidad para afrontar los problemas de las y los jóvenes y mucho menos
contenerlos.
Si damos un
vistazo rápido parecería que estamos frente a un caso de bullying o acoso
escolar en el cual la violencia sistemática, repetida y el desequilibrio de
poder entre los involucrados por poco no termina en muerte. Además, se han
podido rastrear elementos de acoso cibernético o ciberbullying a través el uso
anterior de las redes sociales para denigrar a la víctima. Por otra parte
también se puede encuadrar en un claro caso de violencia e género, donde
varones atacan a una mujer otra vez haciendo uso de la asimetría de poder y de
un acervo cultural que parece legitimar estos actos basados en una cultura
patriarcal y machista. Para finalizar, la discriminación fundamenta las atrocidades
y al parecer se “lo tenía merecido por gorda”. Ahora bien,
podemos rasgarnos las vestiduras sobre el tema puntual –el árbol, que tapa el
bosque- y pronto veremos múltiples organismos de gobierno generando campañas de
“No a la violencia”, “no al Bullying”, o novedosos trillados planes de contingencia
de Educación sin ninguna evaluación a largo plazo, medición de impacto o
efectividad proba. Así que esta vez, lo políticamente correcto, como la mayoría
de las veces, no va a alcanzar, y será solo un golpe de efecto para pasar el
salto, salvar algunas cabezas, dejar dormir a otras y negociar alguna que otra norma
“moralina” que a los sanjuaninos nos encanta enunciar.
En este
contexto, aparece una sociedad donde algunos medios de comunicación no han
tenido prurito en mostrar las imágenes de la menor, nombrarla al igual que a
los victimarios; padres que salen a “tapar” los actos de sus hijos muy lejanos
a cualquier autocrítica; instituciones
educativas que perpetúan el silencio, el mismo que hay en sus aulas sobre los
temas que están afectando a nuestros jóvenes; profesionales y público general que
usan palabras como “maricones que deberían usar pollerita –en referencia a los
agresores-” o propuestas de “linchamientos”, “denigraciones públicas”, “venganzas”
y hasta “pena de muerte” pareciera y
permitiéndome un desliz que “muerto el perro, se acaba la rabia” y volvemos a
lo que nos interesa, el mundial de fútbol 2014. De todas las afirmaciones
anteriores, podríamos hacer un texto sobre como atentan contra cualquier orden
social que desee basarse en el respeto del otro y los Derechos Humanos, simplemente
se trata de que “el fuego no se apaga con fuego” y la violencia no se combate
con más violencia (por si hay alguien distraída/o leyendo, aclaro, que no
justifico ninguna agresión ni la minimizo, simplemente advierto que la
violencia nunca puede ser la solución).
Me voy a
tomar la osadía de analizar solamente una frase de las tantas escuchadas en el
día de hoy, la que considero la más simbólica
“hemos perdido valores, en mi época les decíamos maricones y se les
regalaba una pollerita a los que hacían esto” -sentenció una profesional del área
de Adolescencia del Hospital Rawson en una nota radial en un programa del medio
día-. Al principio (cuarto párrafo) describía
la violencia en el acto, la llamaba el árbol y ahora esta frase describe el
bosque. “Maricones” término futbolero si lo hay, pone al descubierto la
homofóbia enquistada en nuestra sociedad e instituciones, donde más allá de
avances legislativos, el otro de diferente preferencia sexual sigue siendo
víctima de ataques y portador de supuestos, porque en la frase se asemeja a un
delito. Por otra parte “regalar una pollerita” prenda que simboliza a la mujer,
al menos en nuestra cultura, sentencia que para “corregir” a alguien mediante
la humillación hay que darle una prenda de mujer, partiendo a priori que ser
mujer es ser menos o sus prendas lo son. Vemos como la respuesta “adulta” o de
las instituciones promueve la violencia de género, la homofóbia, discrimina y
sin lugar a dudas no hace más que reafirmar una cultura patriarcal que nos
lesiona como sociedad.
La solución
obviamente no es rápida pero ya hemos perdido mucho tiempo. El 4 de Octubre del
2006 se sancionó la Ley Nacional de Educación Sexual Integral N° 26.150, ya han
pasado 8 años. Hace 8 años la víctima y agresores tenían aproximadamente 7
años, es decir, estaban comenzando la edad escolar. ¿Qué habría cambiado? Seguramente
mucho, ya que les habríamos permitido a los chicos en edad prescolar conocer su
propio cuerpo, la importancia del mismo, respetar el del otro y los límites que
existen en el lenguaje corporal previniendo abusos y dándoles herramientas para
denunciar y actuar ante posibles actos de tan aberrante naturaleza. Les
hubiéramos permitido durante su escuela primaria, reflexionar sobre los
vínculos con el otro, el respeto que se merece, generando inclusión ante lo
diferente y promoviendo la igualdad de los géneros. En su secundaria, les
habríamos permitido saber lo importante del cuidado de la salud sexual, para
vivir una sexualidad plena, evitando enfermedades de transmisión sexual y previniendo
el embarazo adolescente, drogadicción y sentando las bases para generar una
familia de poderes equilibrados en los roles maternos y paternos. En fin, esas
son algunas de las cosas que no hemos dejado ver a nuestros chicos y chicas y
seguimos sin dejar hacerlo. Seguimos negando los Derechos Sexuales y
Reproductivos de nuestros jóvenes y adolescentes.
En el 2011
durante el III Congreso Nacional de sida, celebrado en nuestra provincia, del
que tuve la oportunidad de participar de su Comité Organizador, al término de la ceremonia inaugural, en el Auditórium
Juan Victoria junto a un gran amigo y luchador por Derechos Humanos el Sr.
Hernán Aguilar, decidimos acercarnos al Sr. Gobernador José Luis Gioja (Ver
foto) y consultarle “¿Por qué no se
aplica la Educación Sexual Integral en nuestra provincia?” Nos respondió:
“Es difícil, hay presiones…hay presiones”
(acompañada de su familiar palmada en el hombro). Ante esto, Hernán, redobló la
pregunta y le dijo: “¿De quién Sr
Gobernador?,¿Quién lo puede presionar habiendo ganado por el más del 60% de los
votantes?” ante un cruce de miradas sin mayor respuesta, insistió Hernán: “¿Los
sectores eclesiásticos?”. Ya casi subiéndose al coche oficial y con más
interrogantes que respuestas le dije “Sr.
Gobernador acá está la sociedad civil, las organizaciones que trabajamos el
tema desde hace años, estamos dispuesto a apoyarlo para que de una vez por
todas se implemente la Educación Sexual Integral en las escuelas” y se
terminó aquella charla –cosas que uno no olvida, pocas veces se logra llegar
con un reclamo de estas características-.
Sr. Hernán Aguilar, Dr. Carlos Fiorentino: "Sr. Gobernador José Luis Gioja, ¿Por qué no se aplica la Edecación Sexual en San Juan?" -Foto tomada por Fernando Espagnuolo- |
Tal vez el
principio de la solución ya está en nuestras manos hace rato, es hora de
librarnos de cualquier hipocresía, de darnos cuenta como sociedad que mirar
para el otro lado no nos sirve, de que negar derechos siempre tiene sus
consecuencias, de que no hablar de ciertas cosas retroalimenta un círculo vicioso,
de que negar la Educación Sexual Integral deja a nuestro futuro librado a ser
víctimas de abuso, a contenidos erróneos de la TV e internet, al embarazo
adolescente, al VIH/sida, etc.
Según el informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y titulado Health for the world’s adolescents (14/05/2014), la depresión es la principal causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes de ambos sexos de edades comprendidas entre los 10 y los 19 años. Las tres principales causas de mortalidad entre los adolescentes a nivel mundial son los traumatismos causados por el tránsito, el VIH/sida y el suicidio. Se estima que en 2012 fallecieron 1,3 millones de adolescentes en todo el mundo. El informe, también reúne, toda la gama de cuestiones de salud que afectan a los adolescentes, entre las que cabe mencionar el tabaco, el consumo de alcohol y drogas, el VIH, los traumatismos, la salud mental, la nutrición, la salud sexual y reproductiva, y la violencia.
Sr.
Gobernador es hora de implementar una Educación Sexual Integral, sin concesiones
retrógradas, que permita generar una sociedad basada en el respeto irrestricto
de los derechos de todas y todos.
Sr
Gobernador, vuelvo a reafirmar el compromiso del 2011 en aquella charla
informal, sepa que las organizaciones de la sociedad civil que abordamos la
problemática de jóvenes estamos dispuestas a colaborar.
Yo no soy más
cómplice de la violencia.
Dr. Carlos
Fiorentino
Medicina Clínica
– Medicina Social y Comunitaria
Activista
Comunitario de VIH/sida y DDHH
Sociedad
Argentina Interdisciplinaria de sida –SAISIDA-
Red Argentina
de Jóvenes y Adolescentes Positivos –RAJAP-
Red
Latinoamericana y del Caribe de Jóvenes Positivos –J+LAC-