“La plaga nos llegó como una nueva forma de colonización por contagio. Reemplazó nuestras plumas por jeringas y el sol por la gota congelada de la luna en el sidario” Loco Afán, Pedro Lemebel.
Esta madrugada del 15 de abril
del 2014, un evento astronómico nos pone algo inquietos. Los medios de
comunicación y eruditos en el tema dicen que una gran luna roja podrá verse en
el cielo argentino y en gran parte de América. Se trata de un eclipse que
tendrá lugar entre las 3:00 am hora local y se extenderá por varios minutos, 78
para ser exacto. El fenómeno despierta la inquietud de muchos y me incluyo y
dicen la luna se vestirá de rojo por el cono de sombra que proyecta la tierra y el reflejo de la luz en la misma. Muchos han inventado historias a este evento,
tal vez, porque la ciencia en esos momentos no podía explicarlo o simplemente porque
decidieron hacer de ella un motivo, un momento o una reflexión.
Mi luna roja tiene ganas de
hablar de luchas, de quienes no están, de quienes la pelean y de quienes la
pelearán, aunque con la esperanza de que cada vez sean menos. Mi luna roja está
teñida de sangre, como la de las antiguas escrituras, habla de VIH y de la
epidemia que lleva más de 30 años entre nosotros. El rojo y su cinta fueron la
forma de comunicarla, prevenir y recordar. Los 1 de diciembre, día de la
respuesta internacional frente al VIH/sida, vestimos monumentos de ese color y
hoy, tal vez ingenua o no, la luna elige vestir de ese color.
Un momento para recordar a todas
y todos los que murieron en lo absurdo de la plaga, quienes la enfrentaron con
hidalguía en momentos en los que el tratamiento era escaso o simplemente no lo
había, la “peste rosa” parecía problemas de los “otros”, esos que el discurso
dominante aborrecía pero eran buena excusa de colectas de la “gente bien” y
lucrar en nombre del dolor. “Pobrecitos pecadores” decían mientras los templos
se llenaban de los sollozos callados de madres y padres que preferían silenciar
hasta sus propias conciencias con tal de que nadie los escuche y señale.
Poco a poco, la luna roja salió
de la penumbra de la muerte y nuevos tratamientos farmacológicos dieron vida a
lo inevitable, arrastrando el estigma a una condición, “vivir con VIH”. Pero otra avalancha de nuevas oscuridades acecha
los cuerpos, esta vez en manos de laboratorios que guardan celosamente las
patentes de sus medicamentos fijando los precios en dólares, haciendo del “elixir”
algo inalcanzable para países
subdesarrollados, la noche allí en esas latitudes sigue siendo impenetrable,
donde la desinformación y la pobreza siguen siendo reinas.
El virus se propagó por el globo
y como era de esperarse no con menos prejuicios. Pronto aquello reservado a
prostitutas, adictos y homosexuales comenzó a generalizarse en la población,
evidenciando que las enfermedades son cosas de seres humanos y que todas y
todos lo eran. A diferencia de otros “males” este no distinguía raza, religión,
color, preferencia sexual o clase social. Debimos pensarnos y repensarnos las y
los médicos y asumir las culpas de discursos que no hicieron más que
desprevenir a la sociedad que se creía inmune. Debimos repensarnos como
sociedad y como mundo. En la actualidad entendemos, aunque solamente algunos
países, que los derechos dan salud y mejoran las vidas de las personas.
Hoy la luna crónica da chances a
los cuerpos intervenidos por la industria farmacéutica que promete “poner fin”
a la epidemia y poco se pregunta de las desigualdades entre los países mas
ricos y pobres, poco se pregunta de la no aplicación efectiva de una educación
sexual integral para nuestros jóvenes, poco y nada habla de la prevención y la
necesidad de fortalecer a quienes viven con el virus para que no sean discriminados a la hora de ingresar a
un trabajo por medio de los famosos test preocupacionales librados a un vació
legal que hace su compulsiva y muchas veces inconsulta realización deje sin
sueños a muchas y muchos.
La luna roja espero ilumine a
quienes tienen capacidad de poner fin al dolor, la luna roja debe ser testigo
de un cambio hacia un mundo que garantice los derechos de todas y todos. La
luna roja ojalá te recuerde la necesidad de hacerte un test y el uso correcto
del preservativo. La luna roja estará allí por 78 minutos, en ese tiempo habrá
78 nuevas mujeres jóvenes infectadas en el globo y durante las próximas 24
horas 400 personas contraerán VIH en
América Latina…
Carlos Fiorentino
Médico, Activista Comunitario en
VIH/sida y DDHH.
carlos_fiorentino@hotmail.com
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