Hay situaciones que me urgen escribir, este momento surge de esa implacable necesidad, por suerte traigo mi netbook y dispongo del tiempo suficiente como para no tener que enajenarme del deseo en pos de tal vez cumplir con alguna meta de la rutina.
Me encuentro viajando por una
ruta argentina sin poder precisar exactamente el lugar, supongo en la provincia
de Chaco ya que la última terminal en la que se detuvo el colectivo fue en la
ciudad de Resistencia. No traje libros y además del camino o el constante
movimiento de ir en el segundo piso del colectivo no tengo mayores
distracciones. Como habitualmente sucede en este tipo de silencios y esperas me
encuentro con mis recuerdos disparados por la añoranza de estar en ningún lado.
En eso que transcurre la siesta luego del sandwich que sirvió por almuerzo, el
auxiliar a bordo como parte de su rutina laboral me hace una propuesta (el
claramente no lo sabe…solamente cumple con su trabajo), colocó una película
llamada “Corazón de León”, si una argentina de Franccella. Poca repercusión había escuchado de la misma,
en fin “no debe ser muy buena” supuse.
No me gusta contar películas y
mucho menos si no has tenido la oportunidad de verla, y la verdad es que no quiero
contarla, es simplemente mi disparador para ponerme a escribir. En una de sus
escenas se habla de alguien “casi perfecto”, siendo lo abyecto, indeseable,
anormal, aberrante, insólito, desconocido, defectuoso, lo meritorio de un casi
o mejor dicho cuasi, similar a algo, pero definitivamente incompleto. Uno de
los personajes era abismado a superar lo “cuasi” humano para entender a otro
como un igual que sea legítimamente amado. Se puso densa la cosa pensándolo
así, tal vez por eso esta película no tuvo mayor repercusión, nos pone densos,
en primera persona.
¿Quién o quienes somos las o los
casi? O simplemente ¿Quién no lo es?, ¿El amor es una herramienta para superar
diferencias o es simplemente lo que necesitamos creer?, se agolpan las
preguntas y los cuerpos abyectos desfilan por mi mente. No ser deseado o
deseable pone evidencia un sinnúmero de dictámenes sociales que atraviesan los
cuerpos humanos, para por último, despojarlos de su humanidad relegándolos a la
nada misma, a ser invisibles en la periferia de los gustos.
"No ser deseado o deseable pone evidencia un sinnúmero de dictámenes sociales que atraviesan los cuerpos (...) relegándolos a la nada misma, a ser invisibles en la periferia de los gustos."
Es curioso los seres humanos
hayamos inventado parámetros que nos cosifican y nos hacen perder de vista uno
de los atributos más maravillosos de nuestra existencia, la diversidad. En este
campo minado de normalidades acumulables hemos generado un jardín de excluidos
y marginales que no son más que la trampa cotidiana de cualquier enfermedad.
Así los “casi” humanos de la
modernidad son todos aquellos que se alejan de la norma y la lógica del
capital. Las y Los bajas/os, muy flacas/os, muy altas/os, gordas/os, negras/os,
pobres, sidosas/os, drogadictos/as, putas/os, tortas, trans, personas con
discapacidad motriz o mental, viejas/os, extranjeras/os, etc. En fin una lista
interminable de defectuosas/os que pordría completar varias páginas y no agrega
ninguna novedad a quién me lea.
¿Podemos, deberíamos o
simplemente es posible amar lo “casi” humano? Es entonces cuando un sentimiento
que se muestra como uno de los más primitivos parece estar condenado a muchos
sin respuestas ante una oculta trama de desigualdades y poderes que no deja
expresar y simplemente se taponan en esta forma tan humana de amar.
¿Te puedo cuestionar amor? Acaso
es posible amar lo humanoide, lo que no tiene forma de semejante pero sin lugar
a dudas se parece… de forma sórdida aparecen frases como “el amor lo puede
todo” o “no hay barreras para el amor”. Pero somos capaces de entregar un beso
apasionado a una persona indeseable, si esa “no me gusta”. Podríamos besar a un
pordiosero o seguiríamos en la hipocresía de la caridad y entregar lo que nos
sobra, porque evidentemente poner en primera persona nuestra humanidad ante
otros sería el faltante o la carencia.
De a poco se corre la cortina
para empezar a al menos a sospechar que somos una manada de “casis”,
incompletos y frustrados en nuestra naturaleza finita, mitad animal,
biológicos, primitivos y básicos con otra mitad racional, perfectible, irreal,
con vocación de plenitud pero inmersa en mediocridades creídas y aprendidas.
Soy un “casi” más que busca ser
aceptado y amado, en fin “deseado” según Perlongher. Caer en un pantano de verdades puede comenzar por
aceptar que no soy dueño de mis deseos y que estos no son más que un reflejo de
las normas y dictámenes sociales. Nos exigimos para demostrar a la manada de
“casis” lo imprescindibles que podemos ser y lo único que logramos afirmar es cuan
carente seguimos siendo. No nos enseñaron a ser completos, nos quieren
fragmentados, temerosos de la muerte, temerosos del “otro” a la vez que hipócritamente se nos
exige amar.
Me encantaría amarte si así de
novelita mexicana, creo sería más fácil, parece más fácil pero debería y
deberías dejar de ser un paria, un casi, pero dudo que eso pase, al menos en
este plano de cosas y lamentablemente no hay otro en el que pueda entenderme
vivo, al menos bajo esta no forma cuasi humana que me otorgas y que te
adjudico. Estamos tremendamente cagados, si, cagados. Sin principio ni fin,
atrapados en un ”ni fu ni fa”. Pero insistimos en amarnos…
Amamos y pretendemos entendernos,
pero el colectivo se detuvo, en un parador de la ruta, sube una mujer, ¿Será
Catamarca? -me pregunto- ni idea, solo estimo que me quedan como 20 horas hasta mi
destino. Sale el chofer y grita “¡no se peleen, una para cada una!”, creo
escribía sobre el amor, pero me distraje a mirar por la ventanilla les estaba
entregando las bandejas de sándwiches sobrantes del servicio a los pasajeros a
un grupo de niñas y niños, estimo eran cinco, tenían hambre, el colectivo continúa
su camino, miro uno de los chicos, ¿Nueve años? Me pregunto… mientras lo veo
morder su sándwich.
Una “jauría” de “casis”
hambrientos, esos que se alimentan de sobras y otro “casi” que los mira, de
esos que viven gracias a los medicamentos y que viajan en un colectivo,
bastante diferente de los “casis” que viajan en avión supongo, aunque nada
parecidos a los que manejan la suya propia, pero que incompletos buscan ser
aceptados en unas cuantas líneas de cocaína y fiestas elegantes. Nada que ver
otros sándwiches, otros.
Aquí me acuerdo de todos mis
amores que “casi” perfectos me regalan recuerdos, pienso en los nuevos que
prometedores tienen faltantes concretos, -jajaj- el amor no es cosa de humanos,
como tampoco es la vida que hemos creado, ni los colectivos, ni los
otros, tampoco es cosas de dioses es simplemente una convención tranquilizante
de incompletos.
"El amor no es cosa de humanos, como tampoco es la vida que hemos creado (...)"
El estigma de los “casis” los
hace infelices y los habilita a generar más estigma a otros “casis”, el deseo
no es libre, ni mío y el amor… el amor engendra el mismo abismo de los
imposibles.
Estamos cagados, si, cagados.
Carlos Fiorentino